La pandemia del
Coronavirus nos recuerda a otras enfermedades y pandemias padecidas en nuestro
país en este último siglo, entre otras: La Lepra, ya conocida durante el
Imperio Romano que nos afectaría gravemente a finales del siglo XIX; La
malaria, epidemia ocurrida en España entre 1783 y 1786, dentro de un contexto
climático excepcional denominado Oscilación Maldá, epidemia endémica en
los arrozales que nos afectaría a los pueblos vecinos a la Albufera valenciana
y a diferentes zonas con humedales. Así como la también mal llamada “Gripe Española” o denominada y conocida
en tierras valencianas como la “La
Cucaracha”, acontecida entre los años 1918 y 1920. Pandemia que no comenzó
en España y que mató en solo un año entre 20 y 40 millones de personas en todo
el mundo. –Se presentaba de repente con un ascenso rapidísimo de la temperatura
corporal, afectaba a la nariz y garganta y rápidamente pasaba al pulmón
produciendo pulmonías fulminantes. Un siglo después aún no se sabe a ciencia
cierta cuál fue el origen de esta epidemia que no entendía de fronteras ni de
clases sociales–. Así como la Tuberculosis, pandemia que se potenció tras la
Guerra Incivil, después la reciente pandemia gripal, y otras de menor
importancia.
La enfermedad
bíblica de la Lepra, afectaría a fines del siglo XIX a diversas zonas de
nuestro país, creando un enorme problema de salud pública, y que nadie hacía
nada para solucionarlo. Los leprosos se refugiaban en las cuevas, vivían escondidos
y apartados, las gentes les temían por el contagio. Pero en las frondosas
montañas del norte de la provincia de
Alicante, y por iniciativa de dos insignes y emprendedores personas, se
iniciaría en los inicios del XX una posible solución a tan nefasta enfermedad
con la construcción del Sanatorio de Fontilles.
El proceso de la fundación de Fontilles hay que situarlo durante los
días en que para cumplir una disposición testamentaria del mayorazgo D. José
Joaquín Ballester Mut, se celebraban los sermones y cultos en honor del Sagrado
Corazón en el pueblo de Tormos –de la comarca de la Marina Alta de la provincia
de Alicante–, disposición que su hijo Joaquín Ballester Lloret cumplía
fielmente todos los años.
La construcción del Sanatorio San Francisco de Borja de Fontilles, fue una
iniciativa pionera en su tiempo, para dar respuesta a la enfermedad de la lepra
que afectaba a muchas personas en nuestra tierra.
Vistas aéreas de Fontilles
El encargado de predicar en el año de 1901 fue el Padre Carlos
Ferris Vila, entrañable amigo y compañero de D. Joaquín Ballester Lloret. En la noche del 15 de diciembre, estando cenando en casa de
Joaquín Ballester, y mientras conversaban, el padre Carlos Ferris escuchó unos
sollozos y lamentos que provenían de la casa contigua que le conmocionaron, lamentos
que Joaquín ya los había escuchado antes pero no hizo ningún comentario, pero
el padre Carlos se estremeció y preguntó que era aquello, Ballester le contó,
que se trataba de un vecino enfermo de lepra de nombre Bautista Perelló, que
vivía sólo y marginado en la casa contigua. Bautista tenía desde hacía
algunos días un poco de leña en la calle, y nadie tenía el valor de entrárselos
en casa por miedo a contagiarse. Estaba muy imposibilitado, y vivía tan solo que él mismo tenía que lavarse la ropa, guisar la comida y muchas veces
aguardar para lavarse, beber o consumir agua, a que un viejecito del pueblo llenara el
cántaro que muchas veces dejaba el mismo Bautista arrimado junto a la puerta de
su propia casa. La lepra había hecho tantos estragos en el cuerpo de Bautista,
que hacía años que no se relacionaba con nadie, y que aquella era la suerte que
corrían todos los que contraían la temible enfermedad.
"Según un informe realizado
en 1879 por el doctor Juan Bautista Poquet, en la
localidad de Parcent a propósito de la
reproducción de la enfermedad, describe que, a su juicio, la llegada en 1850 de un vecino
de Sagra (perteneciente al distrito de Pego), estaría en el origen de que la
lepra se hubiese propagado en una gran parte de la población. Así como otro
también referido a Pedreguer, que había sido elaborado por el licenciado en
Medicina y Cirugía Salvador Calatayud Cabrera, quien afirmaba tener
identificados 74 casos de lepra en la citada localidad, en la que ya habrían
muerto 57 leprosos desde 1810"
Este hecho hizo incitó a que ambos tomaran
conciencia de la necesidad de ponerse en movimiento para ayudar a los enfermos
de lepra, y a partir de ese momento, observando el rechazo social que
provocaban los leprosos, tomaron la firme determinación de buscar una solución
al terrible problema de la lepra que asolaba las tierras levantinas. La primera
tarea fue iniciar inmediatamente consultas con instituciones científicas,
médicos entre los que se encontraba Jaime González Castellanos, el
representante del Instituto Médico Valenciano, D. Mauro Guillén Comín,
médico dermatólogo y leprólogo, quien fue el primer Director Médico de
Fontilles, y políticos; creando un comité organizador, para localizar el
espacio que reuniese las condiciones sanitarias señaladas por los médicos, con
la finalidad de construir un sanatorio en dicha zona para paliar el dolor y la
exclusión de los leprosos.
Lo primero que hicieron fue
crear una asociación o Patronato con todos los poderes para llevar a cabo
dicha iniciativa. En enero de 1902 constituyeron la junta organizadora del Sanatorio
Nacional de San Francisco de Borja para leprosos, y en los días 19 y 20 de
noviembre de 1902, el arzobispo de Valencia y el Gobernador Civil de Alicante
aprobaron los estatutos del Sanatorio Nacional de San Francisco de Borja para
leprosos.
En los 18 artículos y uno
adicional de los Estatutos para el régimen y gobierno del Sanatorio de leprosos
de San Francisco de Borja, se fijaba la personalidad jurídica de la
institución; se apuntaba la posibilidad de crear uno o varios establecimientos
para asistir a los enfermos de lepra; se atribuía al patronazgo la dirección y
administración por medio de una Junta de Gobierno; se dejaba constancia de las
tres fuentes de ingresos, es decir, las cuotas-donativos, las subvenciones de
corporaciones públicas y las limosnas o legados de particulares; se
determinaban las condiciones para ser patrono, el sistema de votación, los
diferentes cargos de la Junta de Patronos, y las competencias exclusivas que se
reservaba; se señalaba la composición y funciones de la Junta de Gobierno; se
fijaba Gandia como sede de la institución; etc. En definitiva, con una estructura
bien sencilla, los Estatutos diferenciaban claramente dos planos: el del
Patronato, máximo órgano al que pertenecían aquellas entidades o bienhechores
que hubiesen contribuido con un donativo de al menos 1.000 pesetas, y, en un
segundo nivel, la Junta de Gobierno que, por delegación del Patronato, dirigía
y administraba.
Con la finalidad de localizar el
espacio adecuado visitaron numerosos emplazamientos, y después de visitar
algunos lugares, en los primeros días de enero de 1903 siguiendo las indicaciones
de un labrador de la comarca, se encaminaron hacia la partida de Fontilles
ubicada entre los distritos de Murla y Laguar. En efecto, al amanecer del día 9, salieron de Beniarbeig el padre Carlos Ferrís, montado en un mulo, con el
ingeniero Luis Santonja Faus, acompañados de unos mozos que llevaban los
instrumentos necesarios para demarcar las lindes. De camino, recogieron en
Tormos a Joaquín Ballester y prosiguieron la marcha por un terreno abrupto, con
cuestas y pendientes, y tras cruzar el cauce casi seco del Girona y una última
montaña, llegaron al sitio indicado. El propio jesuita dejó escritas, unas
semanas después, sus primeras sensaciones:
“Descendimos al fondo y vadeamos el barranco de Fontilles, y a los
pocos minutos de escarpada subida pude
contemplar en toda su hermosura y
extensión el emplazamiento y ventajas de
la ideada Colonia. Hallase la dicha partida en el término de Laguar, en el
distrito de Pego y provincia de Alicante. Con dificultad podrá hallarse en toda
España un lugar más a propósito para lo que se desea. Porque al Norte tiene la
Plana del Castellet, que lo defiende del cierzo; al Sur dilátase el Tosal de
Murla, que no impide las irradiaciones del Mediodía; hacia el ocaso se levanta
la montaña dels avencs o de las cuevas,
sobresaliendo y destacándose como un gigante el peñón de Laguar. Pero lo más
admirable y encantador es el espectáculo
que se ofrece a la parte de Levante”
En primer lugar D. Joaquin Ballester y Dr.
Jaime Gonzalez Castellanos, medico de Javea, y detrás el Dr. Mauro Guillén, el P. Ferris y el arquitecto D. Manuel Peris
Por lo que respecta a la
ubicación del Sanatorio. Después de un intenso año de búsqueda en las
provincias de Alicante y Valencia, se eligió el termino Valle de Laguar, considerándolo
como el lugar más apropiado, mas concretamente el Valle de Fontilles, situado a
la entrada en una hondonada de unas 75 hectáreas aproximadamente del termino de Laguar, ubicadas junto al castillo de Azabras “Azaharas”. Aprobados los estatutos
y determinado el emplazamiento, el proyecto entró en una nueva fase de labor
propagandística, tan necesaria para la envergadura de lo que se pretendía
realizar. Para ello, el entusiasta Jaime González Castellano aprovechaba un
foro tan especializado como el XIV Congreso Internacional de Medicina,
celebrado en Madrid a finales de abril de 1903, para presentar, en la Sección
de Dermatología, una comunicación sobre la lepra y aludir al proyectado
sanatorio de Fontilles.
El miércoles 22 de abril de 1903, tuvo lugar
en la casa social de la Unión Católica Gandiense, la primera reunión
constituyente del Patronato de Fontilles, con la elección de los directivos de
la junta general y de la junta de gobierno, eligiéndose como director de esta
junta al padre Carlos Ferris Vila, y los otros miembros eran de familias nobles
y gente acaudalada, y a medianos 1903, la principal novedad fue el inicio de
las obras de una carretera que debía unir el futuro sanatorio con la carretera
de Tormos a Orba, enlace necesario, entre otras razones, para poder después
facilitar el acceso y abastecimiento del
material para la construcción del sanatorio.
A finales de julio se había tomado
nota de los propietarios afectados por el trazado para proceder a la compra de
los terrenos, siendo Joaquín Ballester el que empezó a negociar la tasación
económica acompañado de dos peritos tasadores: uno, de parte de la Junta de
Gobierno, y otro, de los propietarios. El padre Leandro Calvo profesor de las
Escuelas Pías de Gandía, hizo un plano de las curvas de nivel, de cinco en
cinco metros, del emplazamiento, plano que abarcaba un área total de más de
730.000 m2. Todo parecía, pues, preparado para que la Junta de Gobierno, en su
reunión de 22 de diciembre de 1903, autorizase a su presidente Juan Vallier y
vicepresidente Joaquín Ballester, respectivamente para que comprasen y
levantasen escritura de los terrenos necesarios. La construcción de la
carretera de desde Fontilles a Tormos y Orba, se realizó bajo la dirección del
ingeniero Luis Santonja Faus de Beniarbeig.
La construcción del mencionado
Sanatorio de Fontilles no estuvo exento de grandes problemas y dificultades,
pues el doctor Pedro Ruano Llopis de Ondara, el abogado y periodista de Pego D.
Camilo Pérez Pastor, así como un sector de vecinos de las poblaciones próximas,
se oponían a su creación, pregonando que la instalación de un sanatorio de
este tipo en nuestra comarca, seria un foco infeccioso para los demás
conciudadanos. Pero no sin arduas vicisitudes, el Sanatorio de San Francisco de
Borja de Fontilles se instituyó.
Para su dirección y administración se
constituyó un Patronato, bajo la autoridad de una Junta de Gobierno con
domicilio social en Gandía, la cual se renovaba cada seis años. Inicialmente
estuvo formada por los señores: Juan Valier; Ramón Rovira Alandis; Luis García
Guijarro; Francisco Gómez, Conde de Pestagua; Carlos Gorbl de Orellana;
Fernando Núfiez Robres y el padre Ferris, nombrando a Pedro Celestino Mengual
para las funciones de la gestión diaria, y como Presidente de la Junta de
Gobierno a D. Joaquín Ballester.
Aprobados los reglamentos de
gestión y funcionamiento, en adelante, las juntas generales y de gobierno administraron
todo el proceso fundacional, en el cual se dirigieron las obras, el destino de jesuitas,
religiosas, admisión de funcionarios y enfermos, estableciendo los criterios de
como relacionarse con los poderes públicos. Desde el inicio, se apreció el
protagonismo del Patronato como el titular del capital que se formó con las
aportaciones de patronos, limosnas de numerosos bienhechores y numerosos
legados, algunos muy sustanciosos, como la masía del doctor Manuel Zuriaga en
Caudiel, el donativo de la Duquesa de Prim y la herencia de Joaquín Ballester
Lloret.
En 1906 el patronato o junta del
Sanatorio Nacional de San Francisco de Borja, es declarado Institución de
Beneficencia Particular por la Real Orden de 12 de mayo de ese año. La
necesidad de recaudar recursos económicos llevó a la inauguración, en junio de
1905, de la Caja de Ahorros de Pego.
Fontilles 1917
La inauguración del Sanatorio
San Francisco de Borja es autorizada oficialmente por la Real Orden de 7 de septiembre
de 1908. Autorizándose la inauguración oficial de sus funciones, para el 17 de
enero de 1909, festividad de San Antonio Abad. En enero de 1909, ingresaron los
nueve primeros enfermos en un sanatorio que contaba entonces con once
pabellones. Pero hasta el año 1917, Fontilles no contó con personal médico
especializado, ejerciendo durante este espacio de tiempo el médico titular de
la Vall de Laguar o de las poblaciones vecinas, con un sueldo anual de 1000
pesetas al año, obligándose a realizar tres visitas semanales. En 1917, se
contrataron los servicios del dermatólogo valenciano Mauro Guillén Comín, que
llegó a ser director. También el doctor D. Tomás Mut Mengual médico de Sanet,
estuvo desempeñando el cargo de subdirector médico de Fontilles, desde el 15 de
febrero hasta el 31 de octubre de 1919.
La dirección de la institución
fue ejercida por Joaquín Ballester, y hasta el decreto de disolución de la
Compañía de Jesús, los jesuitas ejercieron la dirección
espiritual. De la atención a los enfermos se encargaban las monjas Franciscanas
de la Inmaculada. Hermanas Franciscanas,
que en los años sesenta del pasado sigo XX, formaban ya una comunidad de unas 25 religiosas,
experimentaron una situación parecida en los últimos años, ante la disminución
de vocaciones y el aumento del personal seglar. La religiosa e historiadora Purificación
Simón Perla, nos ha contado la sencilla historia de estas Hermanas que, con su
trabajo callado y cercanía cariñosa han sido el alma femenina de Fontilles. En uno de sus escritos “Franciscanas de la Inmaculada. Fontilles 1909-2009”, narra la existencia de muchas personas y el entrañable e insustituible testimonio
vital de religiosos jesuitas y religiosas, voluntarios y, de un modo muy
especial, de enfermos y sus familias:
"La presencia de las Franciscanas de la Inmaculada “surge del encuentro en los
años previos a la construcción del Sanatorio, entre el padre Ferrís, cofundador
del centro junto al también valenciano Joaquín Ballester, y la religiosa
Francisca Pascual Doménech, fundadora-reformadora de la congregación, cuya
misión “estaba centrada en las personas ciegas y sordas...
Según explica en su libro Purificación Simón, “la amistad, apoyo y confianza
mutua que surgió entre ellos facilitó su tarea común a favor de los excluidos y
pequeños, en este caso los enfermos de lepra, que hizo posible convertir a
Fontilles en algo más que un sanatorio de los cuerpos”.
Del mismo
modo, D. Joaquín Ballester se preocupó incansablemente del Sanatorio de Fontilles, con la
implantación de innumerables servicios y bienes para el mismo. El sábado 18 de
octubre de 1924, falleció de cáncer de estomago con 67 años de edad, su
entrañable amigo el padre Carlos Ferris en la Residencia Noviciado de Gandia,
siendo enterrado en el cementerio de Gandia. Años después, concretamente el miércoles 2 de
abril de 1930, sus restos fueron exhumados y trasladados a Fontilles, donde
recibieron sepultura en la Iglesia. En la edición de la
mañana del 2 de abril, el periódico ABC publicaría en su pág, 32:
“Valencia día 1, 3 tarde. Al día siguiente,
a las 8 de la mañana, se organizará una comitiva para trasladar los restos por
carretera al Sanatorio de Fontilles, deteniéndose en todos los pueblos del
trayecto, con especialidad en Oliva, Vergel, Pego y Tormos.
Presidirá el señor arzobispo, y asistirán
las diputaciones provinciales de Alicante y Valencia.
En el acto de la inhumación pronunciará un
discurso D. Leopoldo Trenor, presidente de la Junta del Sanatorio, y varios
leprosos leerán poesías....”
En noviembre de 1925, Joaquín
Ballester y la
Junta de Gobierno del Patronato, colocaron la primera
piedra del monumento al cofundador de Fontilles el Padre Carlos Ferris. Al acto, asistieron varios alcaldes y personalidades de Gandía, Valencia y proovincia. Este acto fue bendecido por el Arzobispo de Valencia, Dr. Prudencio Melo.
Este monumento concluiría en una estatua emplazada en la avenida
principal de
Fontilles en honor de la insigne persona del Padre Ferris.“periódico ABC, edición de la mañana del 25
de noviembre de 1925, pág, 24”.
Desde el padre Carlos Ferris,
hasta el padre Antonio Guillén, fueron muchos los jesuitas que en diversos
cargos, ofrecieron lo mejor de sí mismos al servicio de los enfermos de
Fontilles, que representaron la colaboración de la Compañía en una obra a la
que sirvió con fidelidad y entusiasmo como cosa propia, "aunque no era suya".
Cuando llegue el día en que los cambios inexorables aconsejen su retirada, la
Compañía podrá hacerlo con la satisfacción del deber cumplido.
Tambien debemos mencionar, que debido a unas fugas de enfermos
del Sanatorio que fueron publicadas el 3 de agosto de 1922 por el periódico "El
Luchador", la Junta de Gobierno acordó en el año 1923, la construcción de una
muralla que rodeara el sanatorio con la finalidad de evitar en lo posible
dichas evasiones. Esta muralla tiene unas medidas aproximadas de tres metros de
altura y 3.513 metros de longitud, y su edificación finalizó aproximadamente
sobre el año 1931.
Con referencia a la lepra y el
Sanatorio de Fontilles, a primeros de junio de 1928, el Profesor de
dermatología José Sánchez Covisa, leyó en su discurso de ingreso en la Real
Academia de Medicina con el titulo de: El
problema social de la lepra en España. Y con la llegada de la República en
el año 1931, a secuelas de las constantes críticas del insigne Profesor José
Sánchez Covisa, ya diputado de Cuenca por el Partido Radical Socialista, las
relaciones entre el Sanatorio de Fontilles y la Administración Sanitaria
estatal, empezaron a deteriorarse.
El periódico ABC, en su edición
de la mañana del 25 de mayo, pág. 38 se publicó:
“Alicante 24, 9 noche. Ha visitado el
Sanatorio de Fontilles el doctor Sánchez Covisa, en visita de inspección, para
comprobar la denuncia formulada por un enfermo sobre el régimen del
establecimiento. La opinión del doctor es que hay que cambiar todo el personal
que presta servicio, incluso el sacerdote. Se propondrá a la Dirección general
el nombramiento de nuevos funcionarios”
Pabellón de Matrimonios 1932
En Fontilles, los enfermos consiguieron
crearse su propia sociedad, podían trabajar, estudiar, muchos de ellos
aprendieron a leer y escribir allí, disfrutaban de su tiempo libre en el cine o
montaban sus propias obras de teatro, incluso tenían su propia orquesta,
dirigida por D. Juan Fayos, el practicante que también vivía allí en Fontilles, –Juan Fayos era practicante en Pobla del Duc hasta que en
1920 se instaló en el sanatorio con su mujer y dos hijos. Además de practicante
de Fontilles, fue el fundador y director de la banda musical de Fontilles, en
1921–.
Con el tiempo surgieron los primeros noviazgos entre enfermos y muchos de ellos
acabaron en boda celebrada en la propia Iglesia del Valle construida entre los años 1911 y 1913. Para ellos se
habilitó un edificio denominado “Pabellón de matrimonios”, donde tenían sus
propios apartamentos independientes para disfrutar de su vida en común. Muchos
de los enfermos, una vez sanados, no han querido abandonar Fontilles y allí
continúan sus vidas.
Proceso de Incautación del Sanatorio
Entre otras
cuestiones relativas a la Iglesia y la religión, el artículo 26 de la Constitución de 1931, declaraba suprimidas aquellas
órdenes religiosas que en sus estatutos incluyeran el voto de obediencia a una
autoridad distinta de la legítima del Estado, y sus bienes debían ser
nacionalizados y dedicados a fines benéficos y docentes. Así pues, se procedería
a su disolución, siguiendo lo marcado por el texto constitucional.
El decreto no tardaría en llegar, ya que es del 23 de enero
de 1932, el Gobierno de la República dictó un Decreto que en virtud
del mismo quedaba disuelta la Compañía de Jesús en España y, a pesar
de que jurídicamente los Jesuitas no tenían ninguna responsabilidad en el
Gobierno del Sanatorio de Fontilles tuvieron que salir del mismo. Además,
debido a las continuas críticas y denuncias vertidas sobre el Sanatorio en esas
fechas, el 23 de junio, D. Niceto Alcalá-Zamora presidente de la República y D.
Santiago Casares Quiroga ministro de la Gobernación, decretaron que Fontilles
pasara a depender del Estado a través de un Decreto Ministerial. Por lo que, durante este
periodo de la República, el sanatorio estuvo bajo la consideración de
Institución Sanitaria de carácter público y nacional, dependiendo de la
Dirección General de Sanidad.
Al asumir el Estado el
mantenimiento de Fontilles, las Hermanas Franciscanas de la Inmaculada que
estaban al frente del cuidado e higiene corporal de los enfermos, el 24 de
junio tuvieron que abandonar la institución. Pasando la Institución a
denominarse Sanatorio Leprosería Nacional de Fontilles, bajo la consideración
de Institución Sanitaria de carácter público y nacional, dependiendo de la
Dirección General de Sanidad. Y al asumir también el Estado el sostenimiento
financiero y material de la institución con cargo a los Presupuestos Generales,
se confiscaron todos los bienes y valores existentes de la Institución, produciéndose
el cese inmediato de la Junta
del Patronato, nombrando como director del Sanatorio al Dr. Pablo Montañés.
Pasados los años de la
República, en un artículo publicado en la revista Fontilles en diciembre de
1942, se razona sobre las causas que motivaron la reprivatización de Fontilles
a través del Decreto de 1932. En este artículo, se aseveraba que las
pesadumbres de Fontilles, habían empezado cuando se inició la persecución
sectaria y posterior disolución de la Compañía de Jesús en España, y al
atravesar durante la República un proceso de secularización, no era de extrañar
que Fontilles, lugar donde los Jesuitas habían desempeñado una labor
trascendental, tuviera que resultar afectado. Todo este desorden, incautación,
confusión, saqueos, destrucción de la vida de paz y sosiego cristiano, culminó
con en el intento de profanación de la tumba del P. Ferris y la demolición de
su estatua, que a raíz de dicho acto, se separó la cabeza del tronco de la
estatua.
Durante la Segunda República, Joaquín
Ballester fue uno de los mayores dirigentes provinciales de la Derecha Regional
Valenciana candidato a Cortes en las elecciones de 1933. Debido a estas
circunstancias y a su relevancia dentro del catolicismo social en la derecha
católica valenciana, en 1935, creyó que estos hechos entrañaban un peligro
potencial para su integridad física temiendo por su vida, por lo que decidió exiliarse
y marcharse con la familia y sirvientes a la vecina localidad de Vila
Viçosa en Portugal por motivos personales ineludibles. Según se desprende
en la redacción de un contrato privado de compraventa con el empresario Vicente Ballester Tur, extendido de su puño y
letra, en el cual expone textualmente:[iii]
“teniendo que marchar a vivir al extranjero
con la familia y sirvientes, vendo parte de mis propiedades, para mis
atenciones en el extranjero”.
En Tormos a quince de diciembre de 1935.
Firmado: D. Joaquín Ballester Lloret, vecino de Gandia.
Al terminar la
Guerra Civil, Joaquín Ballester regresa de nuevo a Gandía en 1939 y se reincorpora a
los cargos que tenía con anterioridad a julio de 1936 como presidente de la
Junta de Gobierno de la Caja de Ahorros de Gandía y del sanatorio de Fontilles.
En diciembre de 1948, D. Ramón Laporta Giron, -Gobernador Civil de la provincia
de Valencia-, lo condecora con la Gran Cruz de Beneficencia. Condecoración que se
creó por Real Decreto de 17 de Mayo de 1856, para premiar a los individuos de
ambos sexos que en tiempo de calamidades públicas prestasen servicios
extraordinarios denominada “Orden de la Beneficencia”. El objeto establecido de
la condecoración consistía en premiar a los particulares que en tiempo de
calamidades públicas hubieran prestado servicios extraordinarios en las
circunstancias anteriormente mencionadas.
Después de la incautación del
Sanatorio durante la República, en el período comprendido entre 1939 y 1975
correspondió a la Dictadura del general Franco. Este fue un periodo político y
social centrado en un poder personal, con restricciones de las libertades
públicas (partido único), sindicales (nacionalsindicalismo) e individuales, con
una política social basada en el socialcristianismo y en el nacionalismo
económico inicial, formulado tanto por razones ideológicas como coyunturales,
volvieron de nuevo asumir la administración del Sanatorio los Jesuitas y los
cuidados e higiene corporal de los enfermos, las Hermanas Franciscanas de la
Inmaculada. Aunque en el año 2014, de nuevo tuvieron que abandonar el Sanatorio
los Jesuitas y las Hermanas Franciscanas de la Inmaculada. Durante más de 100 años el Sanatorio de Fontilles ha sido
referencia fundamental en la curación y eliminación de la lepra en España.
Además dispone de un laboratorio especializado donde se realizan proyectos de
investigación en colaboración con universidades y entidades nacionales y
extranjeras. En la actualidad el Sanatorio sigue funcionando, atendiendo las
necesidades de unos 50 residentes y más de 150 enfermos en tratamiento
ambulatorio.
Fuentes consultadas.
• Revista Fontilles. Año 1932. Jesús
Peraltas. p. 11; y 332-335.- Revista Fontilles.
1999. José Terencio De
Las Aguas, p. 59.
• Joseph Bernabeu Mestre y T. Ballester
Artigues. “Lepra y sociedad en la España
de la primera mitad del siglo XX”. La
Colonia
• Sanatorio de Fontilles y su proceso de
intervención por la segunda República
• Garrido Herrero, Samuel: El
sindicalisme católic a La Safor. 1900-1936.
• Cuidados y consuelos: Cien años de
Fontilles (1909-2009)
• Lull Carrió, José
• Aguaits, Revista d'Investigació i
Assaig, n.º 16,
• Carlos Cardona Doménech: LA RECTORÍA-Breve
Recopilación Histórica de la
Rectoría del Marquesado de Denia, en el Reino de
Valencia
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